Fundada por Alfonso IX de León, los orígenes de la Feria de Mayo hay que buscarlos en el Fuero de Cáceres, donde ya se habla de las transacciones comerciales fundamentalmente relacionadas con el ganado, aunque no es realmente hasta mediados del siglo XIX cuando los grandes ganaderos afincados en la ciudad abogan por instaurar una feria ganadera acorde con la importancia de una capital de provincia como era Cáceres. La primera Feria de Mayo se celebra en 1896, siendo alcalde Nicolás Carvajal Cabrero tras múltiples reuniones previas que el ayuntamiento mantiene con ganaderos y propietarios de la Sociedad General de Fosfatos que explotaban las minas de Aldea Moret.
1896 fue un año muy importante para la ciudad: inauguró la luz eléctrica, el Paseo de Cánovas y la Feria de Mayo. Cáceres nunca tuvo especial fe por San Fernando y nunca le levantó ermita o capilla; realmente la fecha de la feria la eligieron los ganaderos y solo el azar y no una tradición religiosa quiso hacerla coincidir en el calendario con San Fernando. El Rodeo fue su primera ubicación y muy pronto la feria tendría eco en Cáceres.
El Teatro Principal y el Variedades programaban elencos de gran categoría y desde 1846 la plaza de toros trae carteles de postín. Uno de los más importantes fue el de 1943. Toreaban Manolete , Arruza (un mexicano que banderilleaba muy bien) y Morenito de Talavera . Esa fue una feria que movió mucho dinero porque coincidió con la llegada a la provincia de alemanes que buscaban wolframio, así que en los tendidos se veían por puñados a quienes encendían cigarrillos con billetes de 1.000 pesetas.
Y es que aquellos fueron los años del auge del woframio, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando alemanes e ingleses peleaban por ese mineral. El suministro de wolframio, del que España era productora, resultaba vital para los planes de Hitler y esto supondría una gran revolución económica en nuestro país y el nacimiento de una burbuja que ayudaría a pagar las deudas contraídas durante la guerra civil.
El wolframio, uno de los materiales más importantes durante el conflicto, acaparó todos los focos de la especulación en España como efecto de los acontecimientos internacionales en aquella época, cuando los alemanes comenzaron a aplicarlo en su maquinaria bélica al aprovechar sus características para endurecer proyectiles (especialmente los misiles antiataque) y el armamento. Así que Cáceres también hizo su agosto a costa de este mineral, y en la feria se dejaron notar los efectos positivos de su llegada.
Las ubicaciones
Desde finales de los años 80 la feria se celebra en su emplazamiento actual, en el antiguo campo de aviación. Pero antes estuvo en El Rodeo y después en los Fratres. Y sea en cualquiera de sus ubicaciones, los cacereños han sido fieles a la tradición de cada mes de mayo. Porque la feria está relacionada con muchas pequeñas historias de miles de cacereños.
Cuando la feria la pusieron en los Fratres, junto a la estación vieja, hasta ella acudían los circos, los titiriteros, y ponían una caseta municipal en la que una vez estuvo Juan Pardo cuando estaba tan de moda, y hasta Tony Roland. También pasó por Cáceres Isabel Pantoja, al poco tiempo de morirse Paquirri. Luego, al Gran Teatro acudían importantes compañías de revista y la feria se ponía muy animada.
En los años en que instalaban la feria en el Rodeo, la avenida Virgen de la Montaña se llenaba con los turroneros. Eran años duros para las economías domésticas, pero siempre había algo guardado para que los pequeños montaran en la noria, en el carrusel con sus cubas y aquellos volantes en el medio y las focas con la bola en el hocico, y las barcas, los cochecitos, los caballitos…
Al regresar del ferial, te compraban un trocito de turrón, o la manzana con caramelo, las garrapiñadas, la fruta escarchada, o alguna de aquellas pelotas de colores que tenían una goma y podías meterlas en el dedo. En Pintores también había puestos, donde se amontonaban trompetas, gorros, souvenirs en suma de la feria.
Cuando la feria estaba en Los Fratres ponían la caseta municipal. Un año vinieron Los Bravos, que estaban en todo su apogeo. Había teatros, revistas, acudieron Jesús Puente y Quique Camoiras y el Gran Teatro se puso hasta arriba porque en aquella época todo era una novedad.
La feria era un acontecimiento, como la Semana Santa o un Domingo de la Montaña. Fechas especiales, cuando estrenabas traje y zapatos y saborear un trocito de turrón era como saborear la vida.
Extracto de «Aquella feria de Cáceres», Miguel Ángel Muñoz. El Periódico Extremadura